In the Dark de Clifton Holmes es una película que solamente se vio en el festival de cine underground de Chicago y que después pasó a estar relegada, como muchos otros títulos de bajo presupuesto. La propuesta es, a pesar de su oscuridad y lo poco que se ha hablado de ella, muy interesante dentro del cine independiente de principio de siglo. Parte del movimiento conocido como SOV (shot on video – grabado en vídeo) y explora el gusto y el miedo parejos ante el voyerismo surgido por el uso de cámaras pequeñas, de fácil manejo, siguiendo una estética entre noir y punk, con rasgos de mondo o incluso de found footage pretendido (sin llegar a ser un mockumentary).

El film adapta la novela homónima de Richard Layton, publicada seis años antes, grabando con una cámara de baja resolución y audio en directo (de ahí que la única copia existente sea de tan baja calidad). Pero, aunque parezca mentira, este hecho no hace sino dotar aIn the Darkde una serie de cualidades positivas de cara a su propia forma. Lo «defectuoso» de la imagen hace que el tema tratado (el allanamiento, la conducción de personajes, lo psicosexual, la adicción al juego…) sea más crudo, más acorde a la oscuridad y a la dificultad que encierra su metanarrativa. Lo cierto es que, a medida que pasa el tiempo y las imágenes del videojuego Silent Hill (que muestran a un personaje corriendo sin llegar a ninguna parte) se intercalan entre las idas y venidas de Jane, la protagonista, quien sigue las pistas del M.O.G. (Master of the Game – Amo del juego) eternamente, se establece una relación real entre las cualidades de un avatar y las del personaje. Jane acaba siendo una figura guiada por un ser invisible, ajeno a su realidad porque es todopoderoso, y en esa continuada búsqueda de cartas con instrucciones y dinero está la semilla de un auténtico y macabro videojuego real sin fin. Uno en el que cada «misión» se vuelve más surrealista y peligrosa, hasta llegar a un punto de no retorno que en la película se manifiesta en forma de «casa del terror» infernal (con póster de una parte del infierno de «El jardín de las delicias» de El Bosco incluido)…

Además de lo comentado anteriormente, Jane es abordada por una serie de hombres a lo largo del metraje, pero se acaba destacando su independencia y libertad en relación a la toma de decisiones. Algo irónico puesto que el M.O.G. la controla indirectamente hasta llegar al punto de meterse en su habitación y escribirle las pistas por todo el cuerpo —en una escena en color, al única de la película, que supone una decisión formal importante puesto que, además de ser más cara, supone un punto de divergencia: el paso del juego a la psicosis—. Jane no es más que un personaje aburrido (ella es bibliotecaria) que es guiado en medio de un paraje nocturno de pistas y dinero acumulado que se extienden hasta el absurdo. La película, a partir de la incursión en la «casa de los horrores» se convierte en algo volátil que no deja de explorar las propias posibilidades de lo patético (en un buen sentido), llegando al punto de que el juego pierde su sentido original (ganar dinero) y se convierte en la máquina que mantiene la vida de Jane y la película en marcha… Avanzar hasta el siguiente punto y seguir avanzando con nueva información para no llegar a ningún destino (como el avatar del Silent Hill). Desde el morbo al drama psicosexual mediante una serie de mensajes escritos en papel y carne,In the Darkhace uso del vacío (sentimental, físico, en el número de localizaciones, en los personajes…) de manera notable terminando por destacar mucho en su precariedad.